JOSÉ VICENTE RODRÍGUEZ.
MÁLAGA
El apellido Gallardo está indisolublemente ligado a la Málaga de la segunda mitad del siglo XX. Y es que desde que en 1958 pusiera su primera gestoría en el número 15 de la Alameda de Colón, Claudio Gallardo López ha hecho prácticamente de todo: desde llevar las nóminas de miles de malagueños hasta matricular los primeros coches y motos Lambretta de la época; desde montar una autoescuela en donde media Málaga se sacó el carné en los años 60 y 70 hasta poner en pie dos de los barrios más populosos de la moderna ciudad (Miraflores y el Nuevo San Andrés) para acabar con el problema del chabolismo."Vivir en Málaga es un regalo, porque bien puede considerarse, como decía Aleixandre, la ciudad del paraíso. Agradezco haber nacido en una tierra donde el sol nos ilumina todos los días", manifestaba ayer el patriarca de la familia Gallardo, cuyo despacho cumple este año su 50 aniversario de actividad profesional en su actual sede de la Alameda Principal 30, con 600 metros cuadrados de superficie y 60 trabajadores entre economistas, graduados sociales o abogados.
Don Claudio, padre de ocho vástagos (cinco hijas y tres hijos que continúan el negocio familiar), recordaba ayer su trayectoria en la presentación de los actos conmemorativos que se preparan para este año. De lo que más orgulloso se siente -"mi patrimonio moral", lo llama- es de la construcción allá por los primeros años 70 de las más de 6.000 viviendas sociales en régimen de cooperativa que conforman los actuales barrios de Miraflores de los Ángeles y Nuevo San Andrés.
Nuevos barrios. El fundador del Grupo Gallardo apunta que la idea surgió tras una de aquellas misas de siete de la mañana a las que asistía a la parroquia de San patricio, en Huelin. El párroco, Francisco Acevedo (que todavía vive allí, retirado, pero ayudando en todo lo que puede), lo llevó a visitar el laberinto de chabolas que por aquella época ocupaba San Andrés.La impresión que le causó a Claudio ver las condiciones de vida de aquella gente le convenció de la necesidad de acabar con el último gran núcleo chabolista de Málaga, una situación vergonzosa que venía siendo denunciada desde hacía años por personalidades como el cardenal Ángel Herrera Oria.
"Se hizo de forma altruista y por ello nunca se cobró nada. Fue una gran labor social. Creamos el Nuevo San Andrés y el barrio de Miraflores, y la gente fue ocupando ordenadamente sus viviendas, de forma que ya nunca nadie supo quién de los vecinos había vivido en las chabolas", cuenta. El inicio del derribo de las chabolas contó además con unos invitados de excepción: los entonces príncipes de España Juan Carlos y Sofía en uno de sus primeros actos oficiales.La construcción de estas barriadas es algo que enorgullece a toda la familia Gallardo.
"Cuando recorrí las chabolas y vi los ojos de los más jóvenes me dije: hay que acabar con este río de tristeza". Esa frase no se pronunció en vano, ya que el colegio que Don Claudio financió en el Nuevo San Andrés recibió precisamente el nombre de Guadaljaire (en árabe, río de la alegría).
También fue árbitro. Pero el Grupo Gallardo ha tenido a lo largo de estos años actividades igualmente significativas. Entre las más destacadas figura el negocio de las autoescuelas con las que prácticamente la gente los identificaba. "Se llegaron a alcanzar los 100 coches en circulación en la provincia y un alto porcentaje de malagueños obtuvieron, entre los 60 y 80, el carné en estas instalaciones", apunta Claudio Morales hijo.
En el área de seguros comenzaron con una agencia de la compañía La Constancia en 1961, que se ha transformado en una moderna correduría de seguros. En el plano laboral, además de llevar las nóminas de decenas de empresas, Gallardo participó en convenios colectivos pioneros como el de la fábrica de maquinaria de tren Vers.
Para celebrar los 50 años de vida del grupo, la compañía va a realizar diversos actos como un concierto de la banda de música de Miraflores de los Ángeles puedan actuar en el Teatro Cervantes, varias conferencias a lo largo del año, un torneo de fútbol siete en Rincón de la Victoria, una gala en el mes de junio o la plantación de 50 árboles en un lugar aún por determinar. Todo para homenajear la labor de este polifacético empresario, al que todavía le quedaba tiempo para ser árbitro, llegando a dirigir encuentros amistosos entre equipos de Primera. "Recuerdo que pité un Málaga-Barcelona en la Rosaleda. Iban 4-3 pero casi al final pité un penalti para el Barça y Kubala puso el 4-4".
Genio y figura.
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